sábado, 20 de agosto de 2011


Los ríos son como la vida, fluyen para morir en el mar. A su paso recogen todo aquello que no está en su lugar, que deba pertenecer a otro entorno. Le ofrecen transporte y lo conducen sin mirar atrás, sin remordimientos, adonde no tenga que mirar al sol para sentirse vivo, porque ya es consciente de que lo es plenamente. Devuelve la paz que algún mar pudo quitarles a aquellos inocentes que no vieron los barcos de guerra aproximarse en el horizonte. La vida es competición, naciste entre un millón de peces que quisieron enredarte y no dejar que salieras a la superficie. El río discierna quién vale y quién debe enterrar su cuerpo en la arena. Aún espero que vuelvas a dejarme fluir libre, pero atada a ti. Aún espero que no lleguen más corrientes que me impidan estar hidratada de tu presencia. No puedo disolverme en esta agua, mi sitio está contigo… 

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